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Después de años en que solo pensaba en trabajar desconecta de mi propio ser, decidí escuchar a mi interior y dar los pasos que me conectaron con lo que realmente sentía que tenía que hacer. Hoy vivo acorde a lo que siento, amo mi trabajo, y siento felicidad y agradecimiento de poder compartir mi proceso con aquellos que quieren cambiar algún aspecto de su vida. Todo es posible si lo deseamos realmente desde nuestro interior. Pero has de sentirlo dentro de ti. Nada de lo que sucede fuera puede ocurrir, sin que antes suceda en tu interior, es como una comprensión y a la vez una sensación de plenitud que no necesita nada porque está todo en uno mismo y expansión a la vez.

Cuando escogemos relacionarnos con nosotros mismos, con otra persona o objetos (propiedades, herencias…) sea la que sea a través del ego, de forma inconsciente o consciente, el ego escoge algo y dice “yo amo” esto o aquello, es un intento inconsciente de ocultar o eliminar los sentimientos profundos que siempre acompañan al ego: el descontento, la infelicidad, la sensación de insuficiencia que es tan familiar. Por un tiempo, la ilusión realmente funciona. Pero entonces, inevitablemente, en algún momento, la persona, el objeto que has elegido, o has hecho especial a tus ojos, deja de funcionar como una tapadera para tu dolor, el odio, el descontento o la insatisfacción que tienen su origen en la sensación de insuficiencia y de sentirse incompleto. Entonces, surge la sensación que estaba oculta, y se proyecta sobre la persona o objeto, situación que había sido elegida y hecha especial – quien pensabas que en última instancia iba a “salvarte”. De repente, el amor se convierte en odio. El ego no se da cuenta de que el odio es una proyección del dolor universal que sientes dentro de ti mismo. El ego cree que esta persona, objeto, situación es la causa del dolor. No se da cuenta de que el dolor proviene de no estar conectado con el nivel más profundo de tu ser – no ser uno con uno mismo.

Con el concepto de “relación” vienen expectativas, recuerdos de relaciones pasadas, y además conceptos mentales condicionados personales y culturales de lo que una “relación” debería ser. Después trataría de hacer que la realidad se ajustase a estos conceptos. Y nunca lo hace. Y vuelvo a sufrir. La cuestión del asunto es: no hay relaciones. Sólo existe el momento presente, y en el momento sólo hay un relacionarse. Cómo nos relacionamos, o mejor dicho cómo de bien amamos, depende de lo vacíos que estamos de ideas, conceptos, expectativas.

Según Eckhart Tolle: Lo que convencionalmente llamamos “amor” es una estrategia del ego para evitar rendirse. Estás buscando a alguien para que te dé eso que sólo puede venirte en el estado de rendición. El ego utiliza a esa persona como un sustituto para no tener que rendirse. El idioma español es el más honesto a este respecto. Utiliza el mismo verbo ‘querer’, para decir “te amo” y “te quiero”. Para el ego, amar y querer (desear) son lo mismo, mientras que el amor verdadero no tiene ningún deseo, ningún deseo de poseer o que tu pareja cambie. El ego escoge a alguien y lo hace especial. Utiliza a esa persona para tapar el constante sentimiento subyacente de descontento, de “no suficiente”, de ira y odio, que están estrechamente relacionados entre sí. Estas son facetas de un sentimiento profundamente arraigado subyacente en los seres humanos, que es inseparable del estado egoico.
El objeto del amor es intercambiable, tan intercambiable como el objeto del deseo egoico. Algunas personas pasan por muchas relaciones. Se enamoran y desenamoran muchas veces. Aman a una persona por un tiempo hasta que ya no funciona, porque ninguna persona puede de forma permanente ocultar ese dolor.

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